Casi un padre

Hoy se cumplen 83 años del fallecimiento de don Juan Bautista Istilart. Entre los mejores amigos que ha tenido el club Huracán a lo largo de sus 94 años, la figura de Juan Bautista Istilart se destaca excepcionalmente. Le dió al club a poco de ser fundado, en calidad de préstamo, las dos manzanas que aún hoy ocupa la institución. Siempre acompañó el crecimiento del club desde el mismo momento de su nacimiento hasta que lo dejó volar solo el 26 de junio de 1934 cuando fallece. Fue consejero fiel, benefactor, acompañó siempre con su optimismo, su consejo, su firma, su cariño y su regalo.-

Llegó a Argentina, con tan sólo 10 años desde su Francia natal. Su primer trabajo fue en un molino harinero como contable, primero en Dolores y después en Tres Arroyos. Así llegó el joven vasco a la localidad a la que dedicaría el resto de su vida. Muy pronto Istilart vio que lo suyo era la mecánica y se hizo cargo de dos máquinas trilladoras. En 1898 creó un taller de reparación de trilladoras y máquinas a vapor, lo que en definitiva fué la Fábrica Istilart. Fue un inventor nato. En 1915 nació el producto más famoso de la marca Istilart: la cocina económica, que obtuvo un exito rotundo tanto en Argentina como en el extranjero. Después llegarían las estufas y cocinas a gas de kerosene, en líneas familiar e industrial; cocinas eléctricas, a gas y supergás; calefones, estufas a carbón y leña, calderas, radiadores, máquinas de lavar ropa y artículos sanitarios.Juan Bautista Istilart

Llegó a ser uno de los hombres más influyentes de Tres Arroyos.

Istilart ejerció una importante labor en el desarrollo cultural y social de la ciudad. Donó el edificio donde funciona la Biblioteca Pública Sarmiento, entidad con la cual además contribuyó durante toda su vida. Fue asimismo responsable de la construcción del edificio del Hospital Pirovano y del Ejército de Salvación, donde funcionó el Hogar de Niños El Amanecer. Además fue benefactor y fundador de una gran cantidad de instituciones que actualmente son o fueron motores en la vida de la ciudad. Istilart fue fundador de La Previsión Cooperativa de Seguros, de la Chacra Experimental de Barrow, del Banco Comercial de Tres Arroyos, de la Liga de Industria y Comercio (hoy Cámara Económica), de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Tres Arroyos; actuó como vicepresidente de la Comisión Pro Escuela de Artes y Oficios, actualmente Escuela de Educación Técnica Nº 1; fue directivo de la Sociedad Filantrópica Francesa; colaboró permanentemente con la Sociedad Damas de Beneficencia; apoyó fervientemente al desarrollo de la Escuela Nº 5, la cual lleva su nombre; y su casa se convirtió en el Club Municipal. Vivía en calle Suipacha, en la vieja casona que está frente a la portada de nuestro club Huracán. Desde allí observaba las actividades que se desarrollaban en la institución. Los primeros dirigentes le solicitaban constantemente su ayuda, su colaboración. Nunca se fueron de su casa sin una respuesta favorable. Tenía especial devoción por el club pero a su vez quería que se trabaje con seriedad, rectitud y dedicación. El terreno que ocupa Huracan, las dos manzanas eran de su propiedad. Desde el momento que se le solicitó su préstamo, Istilart siempre dijo que trabajen sobre él como si fuese del club, que hagan obras. Él quería ver el progreso de la institución. Los dirigentes se hallaban preocupados ya que el terreno seguía siendo de Istilart que lo daba en préstamo y bajo ningún concepto se lo quería vender al club. Al fallecer, en su testamento legó a nuestra institución las dos manzanas que aún hoy se ocupan. No lo donó antes porque deseaba ver si los dirigentes del club de ese entonces se merecían que les fuese regalado el terreno. Quería ver el trabajo de los mismos, la dedicación. Al comprobar que se estaba trabajando seriamente en Huracán, recién allí tomó la decisión de efectuar el legado. Por todo esto, Juan Bautista Istilart puede ser considerado un poco el padre de nuestro club, no solo por la donación del predio, sino por los permanentes consejos, el apoyo moral y monetario brindado y su constante deseo de supervisar el crecimiento de la institución. Fue como un padre al que se lo requería para buscar un asesoramiento, una idea, una ayuda económica, en fín, todo lo que una persona puede, a lo largo de su vida, recibir de un padre.